Calavera a Felipe Calderón (fecal)

Calaverita a Felipe Calderón.


Por FECAL le conocían y como tal embarró,
Su apellido sin distingo por mancillada Nación,
Pero por celos, envidia, por equilibrio o traición,
Pálida y fría, con sigilo, la huesuda le mató,

Basta de usurpar funciones, encabritada rezó,
le arrojó pronta al infierno pero este lo vomitó,
Una guerra de infiernillos, en el infierno instauró,
¡50 le voto en contra, otro 50 a favor!

Se le despidió a la muerte y a Fecal se contrató,
se le restauró en los pinos, ahí trabajaba mejor,
la muerte tras des emplearse, parca, narca se volvió,
Ambos cargan ya muertitos por decreto y/o adicción.

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De Incrédulos a Incrédulos

Ofendido ayer Ciro Gomez Leyva se extrañaba de porque ningún medio de comunicación impreso le dio importancia o notoriedad al video mostrado por López Dóriga en su noticiario nocturno, donde presuntamente se observa al ahora diputado perredista Julio César Godoy entrar dos días antes a las instalaciones de la cámara para rendir protesta evitando ser apresado, contradiciendo las palabras del mismo, que mencionó entrar por la puerta principal el día que se posicionó en su nuevo cargo. Carlos Marín se mofó más de dichos medios impresos mencionando, que cobran con la derecha mientras se defienden con la izquierda.

Sin afán de proclamarme escudero de nadie y con el mero interés de la reflexión me pregunto, ¿por que habria de importarles? y peor aún, ¿por que habriamos de creer  y considerar a un medio de comunicación que historicamente ha ocultado y/ o manipulado la información?, en 68, Acteal, San Salvador Atenco, Caso Cabañas, Elecciones Presidenciales, por lo menos los últimos dos sexenios, teletón, y más ejemplos que saturarian cualquier disco en Terabytes, la  luz del tiempo ha vuelto visibles sus patrañas. entonces  ¿ porque satanizar a muchos o pocos de los medios que aún son trabajados por gente con ideales y y valores morales casi al punto del estoicismo por ignorar lo ignorable?. pongamos sobre la mesa la credibilidad de los que se miran absortos e incrédulos por descubrir que cada día sus palabras nos importan menos.

Thamuz

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